►Diego es historia por todos lados. Con los botines embarrados en el potrero, lleva en la camiseta el barrio, la familia, el fútbol, la banda de garage y las promesas incumplidas de la democracia en ese tufillo de derrota de la clase media baja porteña.
El Día de la primavera, Diego cumplió 39 años. Casado con María Laura, de 38, y padre de Elisa, de 2, está refaccionando la enorme casa que compró en Barracas, al sur de la Capital Federal. Sus padres continúan viviendo en Villa Luro y los hermanos, el mayor y el menor, fallecieron. El más grande, de una peritonitis, y el más chico padeció hasta hace 2 años el síndrome de Prader-Willi, un trastorno genético que provoca retraso en el crecimiento combinado con obesidad.
Empezó a estudiar actuación en el teatro Arlequines a los 25 años, después de haber intentado, sin demasiada convicción, ser futbolista o formar parte de una banda de rock. La secundaria duró hasta 1º año y el trabajo comenzó pronto, como cadete en una fábrica de corpiños y después junto a su papá en el taller de fotoduplicación, luego de hacer la colimba.
»¿Sos la alegría de tus viejos?
–Nunca me pusieron objeciones en mi carrera y en este momento viven la alegría de “M’hijo el do’tor”, o actor, en este caso.
»Los dos ejes en los que se sustenta tu discurso en Todo x $ 2 son el código de la cancha y la burla a cierta militancia de izquierda. ¿Qué relación tiene esto con vos?
–Son cosas de las que me agarro porque conozco de cerca. Uno se burla de ciertas convenciones, de cosas que parecen serias.
»Se adivina que sos peronista. ¿Militaste en política?
–Tengo cierta simpatía por el peronismo. En el ’83 estuve a punto de meterme en el Partido Intransigente y después lo descarté, pero siempre tuve una mirada curiosa hacia la política, me interesa.
»Irma Jusid (uno de sus personajes) se ríe de los jóvenes bienintencionados y les aconseja quedarse en su casa.
–Sí, es totalmente reaccionaria. La idea es mostrar a una actriz de reparto horrible contratada por algún ministerio para dar mensajes a los jóvenes. Pero también puede ser el consejo de un tipo de 50 años que, tomándose una ginebra en un bar, le dice al pibe de 20: ‘Mirá, nene, si te vas a Brasil no te vas a coger a todas las minas. Vas a tener que pagar’.
»Pero detrás subyace la crítica al pseudointelectual que quiere cambiar los códigos populares
–Sí. Yo creo que hay actitudes nobles de gente que mantiene un discurso y otras que no, que son grandes disfraces y grandes actuaciones. Y uno se burla de eso porque lo intuye, lo huele, y de esa gente estamos llenos. No es una crítica a todo aquel que elabore un discurso sino a aquellos pretendidamente serios pero sin nada por debajo.
»Lo que está claro es que vos te identificás más con un barrabrava que con un chico de facultad que va a las villas.
–Es que estoy más cerca de una cosa que de la otra por vivencias. A priori, no tengo ninguna crítica hacia alguien que va a hacer trabajos a la villa, me parece muy noble y yo no lo he hecho. Pero tengo un arraigo futbolero muy grande desde que mi viejo me llevó a la cancha de chico.
»¿Seguís yendo a la cancha a ver a Racing?
–Hace 6 meses que no voy porque me agoté de la derrota. Nunca me gustó hacer la gran Porcel: soy de Racing y me pongo a llorar. Mi actitud es: soy de Racing ¿y qué?, que es como afrontar la derrota.
»¿De perdedor pasaste a ganador?
–Nunca me sentí un gran perdedor como para tener ahora síntomas de victoria. El privilegio es que los programas en los que participé siempre fueron proyectos propios.
»¿Argentina es Todo x $ 2?
–En gran medida, sí. Hasta el blindaje parece que fuera Todo x $ 2 ¿me entendés? Es como el “¡Está bien!” de Beto Tony (el ventrílocuo que cuenta chistes malos)... No está bien, pero dejalo así, dejalo todo a mitad de camino. Es como una postura, como una corriente política.
»¿Qué te pasa como padre?
–Es hacerse cargo de alguien y ver cómo crece y cómo va formando su propia personalidad. Es algo fuerte que se te va de las manos y que yo disfruto, mirando a través de los ojos de mi hija.
»Una opinión de Fabio.
–Es un amigo. Un tipo con quien elijo trabajar, pero sobre todo alguien con quien me gusta estar, reírme, sumamente inteligente, sensible y noble.